martes, 21 de abril de 2009

Historia de los billetes de Pesetas



PRIMERAS EMISIONES DE BILLETES EN ESPAÑA (1874-1931)
Los primeros billetes de peseta fueron impresos el 1 de julio de 1874, coincidiendo con la concesión al Banco de España del derecho en exclusividad a emitir billetes, hasta entonces compartido con otros bancos provinciales. Tenían los valores faciales de 25, 50, 100, 500 y 1000 pesetas, debido a su elevado valor en la época, sólo estaban destinados a ser manejados por bancos y otras entidades financieras. En total apenas se emitieron dos millones de esta primera serie.

25 pesetas. 1 de julio de 1874. Primera emisión con valor nominal en pesetas. Realizado en los talleres del Banco de España

500 pesetas. 1 de julio de 1884. Primer billete con espacio reservado para marca de agua. Realizado en los talleres del Banco de España
Los billetes emitidos en nuevas series siguieron teniendo estos mismos valores, hasta que en 1898 se puso en circulación un billete de 5 pesetas para sustituir a la moneda de plata del mismo valor, debido a su alto coste de producción.

A principios del siglo XX, como las monedas no valían lo mismo que el metal del que estaban hechas, y para favorecer las reservas de oro y plata, se pasó a utilizar billetes.

II REPÚBLICA (1931-1939) y GUERRA CIVIL (1936-1939)

A la llegada de la República se encuentran en circulación billetes con el mismo valor facial, pero de diversas emisiones. Por otra parte, el cambio ideológico afectará también a los criterios iconográficos del papel moneda, estableciéndose además por Decreto que los billetes en circulación sean estampillados con el sello de la República, mientras no sean sustituidos por nuevas emisiones.

Al estallar la guerra civil, el Gobierno de la República no tiene problemas de escasez de papel moneda, pero a lo largo de la contienda, con las comunicaciones interrumpidas, no es posible enviar remesas a todo el territorio bajo su control, lo cual motivará la aparición de emisiones propias en las provincias del norte. A la par, el Gobierno de Burgos, que sólo reconocía la legalidad de las emisiones anteriores al 18 de julio de 1936, aunque estableciendo que los billetes fueran presentados por los particulares para ser revalidados, encargará su propio papel moneda que circulará en el territorio por él controlado.

Es por tanto una época compleja y anómala en este sentido, más si tenemos en cuenta que la falta de moneda divisionaria se hará acuciante, dando lugar a la proliferación de medios de pago emitidos por todo tipo de organismos, tanto de carácter público como privado, en un ámbito puramente local, normalmente de pequeña cuantía, que permitiera las transacciones elementales de la vida cotidiana.

25 pesetas. 31 de agosto de 1936
Emitido por el Gobierno de la República y realizado en InglaterraEmitido por el Gobierno de Burgos y fabricado en Alemania
Durante la Guerra Civil Española, la economía del país se desplomó y con él su moneda. Incluso con las devaluaciones, el Banco de España tuvo que imprimir billetes de valores menores, tales como 1, 2, 5 y 10 pesetas, debido a la imposibilidad de comprar metales.


La contienda que en 1936 entablan los partidarios del sistema establecido, la República, y los del ejército levantado en armas contra ella, también se trasladó al ámbito de la economía. El Banco de España se divide en dos, con sede primero en Madrid y luego en Valencia, Castellón y Aspe (Alicante) para los republicanos y en Burgos para los llamados nacionales. La peseta siguió siendo la moneda de curso legal para ambos pero con diferentes emisiones.
Cada bando negaba la legitimidad de la peseta del rival y competía en el exterior por hacer de la suya la moneda oficial.
Mediante un Decreto Ley, los alzados contra la República obligan a quienes posean billetes anteriores a 1936 a ponerles un sello o a ingresarlos en cuentas corrientes para validarlos de cara al nuevo régimen. Los republicanos a su vez, establecen con otro Decreto la emisión de certificados de plata de 5 y 10 pesetas en forma de billetes que, lógicamente, no fueron aceptados en la España nacional. Comentar que algunas de las monedas propias del bando nacional fueron acuñadas en Viena (Austria).
Y mientras los contendientes obligan a la peseta a entrar en batalla, las monedas comienzan a escasear en las ciudades. Los españoles pensaban que, fuese quien fuese el ganador de la guerra, el metal de las monedas siempre tendría su valor. Así fueron desapareciendo sucesivamente las monedas de plata, las de cobre y las de bronce. Estas últimas fundidas para hacer munición. Así que esta falta de calderilla dificultó las pequeñas compras de los ciudadanos de modo que empresas, sindicatos y ayuntamientos, entre otros, se lanzaron a la emisión de vales o monedas locales.
El propio Estado llegó a poner en circulación discos (pesetas) de cartón con un sello de correos adherido para autentificar el valor. Hubo emisiones de cheques, vales o billetes a cargo del Consejo de Asturias y León, bancos y cajas de ahorro del País Vasco, las autoridades de Santander, de Palencia, de Burgos, de Alicante, de Menorca, de Aragón, de Andalucía pero sobre todo, los ayuntamientos de Cataluña, donde al final de la guerra se contabilizó que circularon 3.384 billetes diferentes.

El papel es una moneda fiduciaria, es decir, que se basa en la confianza del portador en que el Estado le reintegrará en metal esa cantidad. Este billete, es la primera peseta en papel emitida en Burgos por el Banco de España.


Franco continuó imprimiendo pesetas en papel durante la posguerra. La primera peseta franquista está fechada en Burgos en 1938.

1 Peseta 1938 Peseta franquista fechada en Burgos en el "segundo año triunfal de la guerra".


La guerra termina con el triunfo de los militares que tres años antes se habían alzado contra la República y el gobierno del general Franco no puede dar la espalda al dinero republicano de las zonas que va conquistando si no quiere arriesgarse a una quiebra financiera que no se puede permitir. Así establece dos períodos de conversión de la peseta republicana a la nacional, que supuso la floración de unos 3.000 millones de pesetas republicanas a las arcas del nuevo Estado.


DICTADURA DE FRANCO (1939-1975)
La primera emisión que imprimió la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre fue la de 21 de octubre de 1940, aunque la decisión oficial la tomó el Gobierno un año después, con el Decreto del 21 de junio de 1941. Con este Decreto se pretendía dotar a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de los medios necesarios para acometer esta tarea y evitar la dependencia de empresas extranjeras en una cuestión de tanta trascendencia.
A pesar de las dificultades iníciales, desde entonces ha realizado esta tarea en una constante superación, incorporando las nuevas tecnologías y manteniendo un reconocido nivel de calidad. Con la llegada del euro, seguirá interviniendo y colaborando en el proceso de fabricación de los nuevos billetes junto a otros fabricantes europeos por encargo del Banco Central Europeo.

Después de la guerra civil, desde 1940 y hasta 1954, y como consecuencia también de la segunda guerra mundial, la escasez de metales llevará a emitir billetes de 1 y 5 pesetas, siempre en tiradas altísimas para facilitar las pequeñas transacciones, tan necesarias a falta de moneda metálica.
1 Peseta 1940 Billete de posguerra emitido en Madrid con la imagen de Hernán Cortés.
1 Peseta 1940 Billete con la carabela Santa María de Colón.
1 Peseta 1951 Billete con Don Quijote.

1 Peseta 1953 El último billete de peseta lleva la cara del marqués de Santa Cruz, que no pudo mandar la Armada Invencible, y tiene fecha del 22 de julio de 1953.

100 Pesetas 1953 Billete con J. Romero de Torres.


MONARQUÍA HASTA LA LLEGADA DEL EURO (1975-2001)

Tras la recuperación de la economía española, las necesidades monetarias del país cambiaron. En 1974 ya había 700 millones de billetes en circulación, muchos de ellos de baja denominación, y en 1978 la cifra llegaba a mil millones. Pese a que la peseta había perdido valor, el billete de mayor valor seguía siendo el de 1000 pesetas y eran necesarios muchos de estos billetes para pagos cotidianos.

Por este motivo, desde la década de 1970, se fueron retirando los billetes menores para ser sustituidos por nuevas denominaciones, tales como 2000, 5000 o 10000 pesetas, el billete de mayor valor impreso en España. Estos tres valores quedaron, junto con el billete de 1000 pesetas, como los únicos en vigor en los últimos diez años de vida de la peseta (1992-2002).
En 1976 se fabrican y emiten por vez primera los billetes de 5000 pesetas.

1982/1987
Entre 1982 y 1987 el Banco de España emitió un nuevo sistema de billetes, diseñado por José María Cruz Novillo, que fue grabado e impreso por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Los objetivos del Banco de España al emitir los nuevos billetes eran reducir y normalizar su tamaño, modernizar su diseño y facilitar su tratamiento mecanizado. Respecto de los billetes anteriores, el nuevo conjunto formaba un sistema homogéneo cuyos valores se escalonaban desde 200 a 10.000 pesetas siguiendo la regla 1-2-5 e incorporaban, como novedad, los valores de 200 y 2.000 pesetas.

Para facilitar la identificación de la autenticidad, los billetes del nuevo sistema incluían los elementos tradicionales (gran retrato calcográfico y marca de agua) junto con otros nuevos, como el hilo de seguridad y las fibrillas fluorescentes, además de algunos elementos secretos destinados a facilitar el tratamiento mecanizado de los billetes.
La última remesa de billetes se imprimió el 21 de noviembre de 2000 en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (que los fabricaba desde 1940) y fueron los de la edición conmemorativa del Descubrimiento de América. Se introdujeron en 1992 y fueron de 1000, 2000, 5000 y 10.000 Pesetas.


Tradicionalmente los valores que se han puesto en circulación han sido los siguientes:

25, 50, 100, 500 y 1.000 pesetas. Con la lógica depreciación del dinero, los valores inferiores dejan de representarse en los billetes, permaneciendo el más alto de los mencionados, el de 1.000 pesetas, como el más bajo de los emitidos actualmente. Por otra parte, la aparición de valores superiores a éste han sido: el de 5.000, que se puede considerar tardía, porque no será emitido hasta 1976, teniendo en cuenta que hubo un primer billete emitido por este valor en 1938, aunque no llegó a circular, y el de 2.000 en 1980. Sin embargo, a lo largo de su historia, el valor que en más emisiones se ha puesto en circulación ha sido el de 100 pesetas, frente a una sola vez los de 250 y 200 pesetas.

Los valores inferiores a 25 pesetas han sido emitidos en papel moneda de manera excepcional. Los conocidos como «Certificados de Plata» de la época republicana, que sustituyeron monedas de plata de 5 y 10 pesetas, se pusieron en circulación para evitar el acaparamiento por un alza de dicho metal en la cotización internacional. La falta de moneda divisionaria en la guerra civil será suplida por el Ministerio de Hacienda con los «certificados provisionales de moneda divisionaria» con valores de 0,50, 1 y 2 pesetas. El Gobierno de Burgos, por su parte, emitirá billetes de 1, 2, 5 y 10 pesetas.


Iconografía
Los temas representados en los billetes han respondido a diversas motivaciones, la mayor parte de las veces para rendir homenaje a personalidades destacadas en los más diversos ámbitos que forman parte de nuestra historia.

En las primeras emisiones era frecuente encontrar alegorías de contenido económico (el Comercio, el Trabajo, la Agricultura, la Industria, ...), ideológico y de exaltación de valores (la Justicia, la Familia, la Libertad, la República, ...) o dedicadas a las Bellas Artes.

Pero la efigie de monarcas, pintores, escritores, científicos..., etc., ha acaparado la viñeta principal del anverso, siendo la más representada la de Francisco de Goya. Dos emisiones completas han sido dedicadas a su figura, y tres de sus obras: «El Quitasol», «El Cacharrero» y «El Bebedor» aparecen en los reversos, magníficamente realizados. Las imágenes de Quevedo, Calderón de la Barca, Bécquer o Rosalía de Castro, que junto con la reina Isabel la Católica son los únicos personajes femeninos no alegóricos retratados en el anverso, han sido difundidas a través del billete. Monumentos, pasajes literarios y acontecimientos como el Descubrimiento de América y sus protagonistas, han estado también representados, siendo Cristóbal Colón uno de los personajes más retratados, ilustrando, así mismo, la emisión de 1992, conmemorativa del V Centenario.

Catalogación del papel moneda según su conservación en cualquier variante (billete, pagaré, letra de cambio, cheque, cédula). Del mismo modo, de mayor o a menor apreciación.

-Flor de cuño (FDC): o plancha. Pieza nueva que no ha circulado y cuya conservación es perfecta. -Excelentemente bien conservado (EBC): Muy escasa circulación. Estado de conservación excelente.
-Muy bien conservado (MBC): La circulación es patente en pequeños pliegues y suciedades, pero no existen desgarros ni otras imperfecciones mayores.
-Bien conservado (BC): Huellas evidentes de circulación, como suciedades, pérdida de color y pequeños desgarros.
-Regularmente conservado (RC): Falta hasta 1/8 de la superficie original del billete. Presencia de desgarros, suciedad y agujeros.
-Mala conservación (MC): Ilegibilidad de leyendas y mutilaciones graves.

jueves, 16 de abril de 2009

134 años de historia viva de la peseta



La moneda es un fiel reflejo de la Historia de cada país. Dentro de sus pequeñas dimensiones se encierran todas las coordenadas del momento en que se acuñó y es siempre una inagotable fuente de información. Las concepciones estéticas, políticas, religiosas y la situación económica de los pueblos quedan plasmadas en esos pequeños discos de metal. Los 134 años en los que la peseta ha sido la moneda utilizada en España, han visto pasar acontecimientos trascendentales en la conformación de lo que hoy es la vida de los españoles. Por las manos de los ciudadanos han pasado reyes, artistas, conquistadores... la peseta se ha convertido en pieza clave de la iconografía popular.
Denominación del término
Por allá en la guerra de sucesión a la Corona española (1705-1714) el archiduque Carlos de Austria tenía sus operaciones militares en Cataluña, por lo que acuñó en Barcelona grandes cantidades de reales de a dos. Posteriormente, estas monedas de plata inundaron el mercado castellano.
Estas monedas se llamaban pesetas, en catalán “peseta” (piececita), diminutivo de “peça” (pieza) nombre con que se conocían desde el siglo XV diferentes monedas de plata.
Sea como sea, se comenzó a popularizar la palabra peseta escrita tal como sonaba su pronunciación catalana, a inicios del siglo XVIII pues concretamente la alusión más antigua que se ha encontrado de esta palabra se remonta a una pragmática del 13 de julio de 1718.
Historia
Veinte años después, El Diccionario de Autoridades de 1737 define la peseta como «la pieza que vale dos reales de plata de moneda provincial, formada de figura redonda ». Hasta la entrada en vigor de la peseta como única moneda española, existían en España 21 unidades monetarias en circulación.
PRIMERAS EMISIONES DE PESETAS EN ESPAÑA (1808-1868)
La primera pieza con denominación de "peseta" , aún sin ser la moneda oficial, se acuñó en la Barcelona ocupada por las tropas francesas de Napoleón I en 1808, siendo rey su hermano Jose I. se acuñaron monedas de 1, 2,5 y 5 pesetas.
Curiosamente, fue en 1808 y en Cataluña la primera vez que una moneda salió de la ceca con leyenda en español y no en latín, poco antes de la llegada de los franceses. En la inscripción se proclama a Fernando VII rey de España, y aparece en Gerona (con el nombre en castellano) como lugar de la acuñación.
Un año más tarde, en 1809, se acuñaron en Gerona las de cinco pesetas, llamadas desde entonces duros. Pero es cierto que en Cataluña se designaba como peseta, ya en el siglo XVII, al real de a dos, cuarta parte del "peso" o "duro", que era el real de a ocho. Durante la Guerra de la Independencia se acuñaron en Cataluña monedas de oro de 20 pesetas y piezas de plata de 5 y 1 peseta, entre otros valores.

Posteriormente, tras la coronación de Isabel II, como Reina de España, durante los años 1836 y 1837, volvieron a acuñarse monedas con la inscripción de 1 peseta (cinco gramos de plata), ya que mandó acuñar estas piezas para pagar a las tropas institucionales que lucharon en la guerra carlista. Esto dio origen al sobrenombre de “peseteros” dado a los mercenarios a sueldo que defendieron los derechos de sucesión de Isabel frente a Carlos V.
GOBIERNO PROVISIONAL (1868-1871)
El 19 de octubre de 1868, el ministro de Hacienda del Gobierno provisional del general Serrano, Laureano Figuerola, formado tras el derrocamiento de Isabell II, firmó el decreto por el que se implantaba la peseta como unidad monetaria nacional ya que vino a sustituir al escudo como unidad monetaria española, pero anteriormente existía como múltiplo del real y submúltiplo del escudo.

Con esta reforma de 1868, también se pretendía estrechar los lazos económicos y políticos con los países de la Unión Monetaria Latina (Francia, Suiza, Italia y Bélgica); la cual que había sido creada hacía tres años encabezada por Napoleón II y a la que poco después se unieron Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Esta organización propuso la creación de una moneda universal, que nunca se ha conseguido llevar a cabo.

Hasta 1868 en España había varias casas de moneda o cecas (las de Sevilla, Segovia, Barcelona, Madrid, etc.) que daban servicio a todo el territorio nacional. En 1869 el Gobierno Provisional decide cerrar las casas de moneda y centralizar toda la producción existente en la de Madrid, núcleo de la que después y en la actualidad es la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre-Real Casa de la Moneda. Así pues, la FNMT-RCM ha estado vinculada desde su inicio a la peseta como sistema monetario.

Las primeras piezas se acuñaron en 1869, siendo la unidad la primera en ver la luz, tras una primera vacilación que hace aparecer el nombre del GOBIERNO PROVISIONAL en el anverso en lugar del de la nación, ESPAÑA, que ya figura en las siguientes acuñaciones y para todos los valores en plata, junto con la fecha de emisión y las estrellas con la fecha de acuñación.

Conforme aconseja el dictamen solicitado a la Real Academia de la Historia, el tipo de anverso nos ofrece una personificación de Hispania inspirada en las monedas del emperador Adriano, recostada sobre los Pirineos, con el Peñón de Gibraltar a los pies, y llevando en la mano extendida una rama de olivo.

La primera peseta se dividía en 100 céntimos y consistía de 5 gramos de plata y equivalía a 4 reales. Todas las monedas de la primera emisión fueron:

  • 1 céntimo, 1 g de bronce
  • 2 céntimos, 2 g de bronce
  • 5 céntimos, 5 g de bronce
  • 10 céntimos, 10 g de bronce
  • 20 céntimos, 1 g de plata de ley 900 milésimas
  • 50 céntimos, 2,5 g de plata de ley 900 milésimas
  • 1 peseta, 5 g de plata de ley 900 milésimas
  • 2 pesetas, 10 g de plata de ley 900 milésimas
  • 5 pesetas, 25 g de plata de ley 900 milésimas
  • 100 pesetas, 32,25 g de oro de ley 900 milésimas

Todas las monedas fueron grabadas y firmadas por Luis Marchionni, que desde 1861 ocupaba el cargo de grabador principal de la Casa de Moneda de Madrid, la única que, desde este momento, centraliza las acuñaciones tras el progresivo cierre de las casas de moneda que funcionaban durante el reinado de Isabel II, a excepción de la de Barcelona que continuará abierta para la acuñación del bronce.

Para los reversos se dispone, en la plata, el escudo de España con corona mural y la leyenda con la expresión del valor, la talla (número de piezas en kilogramo), las iniciales de los ensayadores y juez de balanza, y la ley de 900 milésimas en las cinco pesetas.

El bronce representa a España como una matrona sentada sobre las rocas, esta vez hacia la derecha, y con la rama de olivo en la mano que reposa y en el reverso tiene un león rampante sosteniendo el escudo de España, que ha dado pie a la anécdota de 1870, que otorgó el nombre popular de «perra gorda» y «perra chica» a los diez y cinco céntimos, pues la gente vio un perro donde había un león. La fabricación en este metal continúa contratándose, como ya se hiciera desde 1865, con la firma «Oeschger, Mesdach y Cía.», cuyas iniciales, O.M., aparecerán en las monedas hasta el reinado de Alfonso XII.

ALFONSO XII (1857-1885)
En 1876 se decide que la plata, que afluye abundantemente, sea la moneda de curso legal forzoso obligando a la desaparición del oro. Desde finales del siglo XIX el precio de la plata había ido cayendo de tal modo que la peseta fue perdiendo valor, de manera que las 5 pesetas de valor facial en plata acabaron valiendo sólo 2 pesetas con lo que por cada duro acuñado el estado ganaba 3 pesetas. Y esto despertó la picaresca de quienes vieron la oportunidad de dar salida a tanto metal y ganar dinero de paso. Es el caso de los "duros sevillanos", exactamente iguales a los de curso legal, con 2 pesetas de plata en cada moneda de 5 pero falsos en la práctica. Al parecer su acuñación comenzó en Sevilla pero su fabricación y uso se fue extendiendo de tal manera que el gobierno de Alfonso XIII acabó por aceptar cambiarlos por duros de curso legal para poder retirarlos de la circulación.
El breve reinado de Alfonso XII ocasiona que las últimas monedas con su efigie se acuñaran tras su fallecimiento, durante la regencia de Cristina de Habsburgo, hasta seis meses después del nacimiento de su hijo Alfonso XIII.ALFONSO XIII (1886-1941)
Alfonso XIII, hijo póstumo de Alfonso XII, fue rey desde su nacimiento. Las monedas han dejado una galería de retratos de este monarca que muestran su crecimiento. Durante este reinado, fueron emitiéndose distintas piezas con retratos del rey a la edad de 1, 4, 7 y 14 años, lo que representa una extraordinaria originalidad numismática.

La primera peseta se acuñó en 1888 y se conoce como el pelón, debido a que Alfonso tenía sólo dos años.

La peseta de 1893 se conoce como de bucles.
La de 1896 de tupé.
La de 1903, de cadete se representaba al monarca con uniforme militar a la edad de 14 años. Pero la sustitución de los metales preciosos por nuevos metales y aleaciones convencionales para la acuñación de moneda, y la consiguiente pérdida de equivalencia entre el valor intrínseco del metal y el valor nominal, altera notablemente las emisiones. La necesidad de adecuación a los metales que ya empleaban en países extranjeros era incuestionable, y aun así, España mantiene las acuñaciones en oro hasta 1904 y en plata hasta 1933.

Como las monedas ya no valían el equivalente al metal que llevaban, se generalizó el uso de billetes, respaldados por reservas de oro y plata, y la acuñación de monedas en metales menos valiosos como el níquel. En 1925 se acuñan gran cantidad de monedas de 25 céntimos en ese metal que, por parecerse en tamaño a la de 2 pesetas en plata, fue horadada en el centro. Un agujero que se respetó en otras monedas posteriores como la de 50 céntimos de 1949 o la de 25 pesetas de 1992.
A todo esto, las monedas de plata, cobre y bronce fueron desapareciendo, sobretodo estas últimas al ser fundidas para hacer munición con ellas. Es así como esta falta de moneda provocó que los ciudadanos tuviesen problemas a la hora de pagar, lo cual obligó a empresas, sindicatos y ayuntamientos a lanzar emisión de vales o monedas propios. Los nuevos materiales a utilizar fueron el aluminio y el níquel, ya sea puros o mezclados con otros metales.

II REPÚBLICA (1931-1939)
Dos años después de proclamarse la II República, el 14 de Abril de 1931, se prepararon las primeras monedas fabricadas en 1934 y 1935 sin cambiar su fecha de anverso (1933). Eran de plata y la figura de la matrona volvería a reaparecer junto a su característica rama de olivo en las monedas de peseta. La abundante circulación de billetes y el acaparamiento de plata durante la guerra hicieron que estas monedas apenas circulasen.
GUERRA CIVIL (1936-1939)
Tras el estallido de la guerra civil se paralizaron los trabajos de fabricación de moneda. El sistema económico se dividió en dos existiendo un banco central propio para cada bando contendiente. El 6 de noviembre de 1936, debido al asedio de Madrid, el correspondiente a la zona republicana se traslada a Valencia, junto con el Gobierno de la República, el personal de la Fábrica de la Moneda. Mas tarde. la sección de moneda se instalaría en Castellón hasta 1938. Por su parte, el banco nacional se establecería provisionalmente en Burgos hasta establecerse en Madrid. Este curioso hecho provocó que cada banco negase la legitimidad de la peseta del bando rival, a su vez compitiendo en el exterior para hacer suya la moneda oficial.

En plena Guerra Civil, en 1937 se fabricó la primera peseta de metal no precioso, al cambiarse la aleación de la peseta por el cuproníquel de característico color dorado, conociéndose casi inmediatamente por el sobrenombre de rubias. Aunque inicialmente las monedas estarían realizadas con una gran proporción de cobre puro, este porcentaje iría disminuyendo con el tiempo para asegurar una mayor resistencia al uso diario. La imaginación popular otorgó el color rubio a la larga melena del retrato femenino que aparece. En ella aparecía el rostro de una mujer, representación de la República. Estas monedas fueron conocidas como la Rubia, color que le daba la aleación de cuproníquel.
Ante la falta de metales en la posguerra, las autoridades copiaron experiencia de otros países y se eligió como modelo la moneda de 1 dinar yugoslavo que desde 1938 funcionaba de forma muy satisfactoria. Durante los 25 años siguientes el cobre-aluminio sería la base de fabricación.

DICTADURA DE FRANCO (1939-1975)

En 1939, el régimen de Francisco Franco retiró de la circulación las monedas de metales preciosos y acuñó monedas de peseta fabricadas desde 1944 hasta 1982 y disfrutaron de curso legal hasta 1997. En esta época, debido a la inflación, se pusieron en circulación monedas de mayor valor facial, como 25, 50 y 100 pesetas pero mantuvo la peseta como unidad del sistema monetario.Con Franco en el poder se continuó con la acuñación de las pesetas, no apareciendo el rostro del dictador fascista en ellas hasta el periodo 1947-48. La reproducción del rostro fue obra del escultor Mariano Benlliure, aunque dicho retrato adolecía de un excesivo relieve que poco a poco se fue reduciendo. Casi veinte años después aparecería la última peseta de la era franquista cuyo retrato fue encargado al señor Juan de Avalos, pudiéndose observar un evidente envejecimiento del dictador respecto las monedas de los años cuarenta.

En las primeras monedas en las que se incorpora el retrato de Franco, el anverso de la moneda de 1944 se modifica y se incorpora un busto de Franco. Las antiguas monedas de cobre (perra chica y perra gorda) fueron relevadas por piezas de aluminio casi puro de 5 y 10 céntimos “del jinete”. Se recuperó el duro, que se había dejado de emitir en plata en 1899. El duro empezó siendo de níquel y gran tamaño, pero lo acaparaban los industriales en los difíciles tiempos de la posguerra. Más pequeño, y en aleación de níquel y cobre pervivió 40 años, para ser retirado en 1997.

MONARQUÍA HASTA LA LLEGADA DEL EURO (1975-2001)

Con la instauración de la monarquía en el año 1975 y el restablecimiento de la democracia en 1978 se realiza una primera emisión de monedas con el rostro del monarca Juan Carlos I, mostrando en las monedas su perfil izquierdo, al contrario que Franco el cual mostraba su perfil derecho. Curiosamente, con la emisión de 1975 las monedas de peseta del monarca, mostraban todavía el reverso el escudo preconstitucional. En el año 1980 aparecen las monedas conmemorando el mundial de fútbol de 1982 con la leyenda en el reverso de “ESPAÑA 82” y un 1 en grande. En este año se actualiza la relación fiduciaria, ya que una peseta de 1944 vale más que el metal del que está hecha y se altera la aleación de las pesetas, ahora se fabrican con aluminio, recuperándose el color blanco (que no el metal de plata) de las monedas de antes de la guerra y sustituyendo a las populares rubias.
También empezaron a circular las monedas de 100 pesetas de cuproníquel (los veinte duros), así como monedas de 200 y 500 pesetas. Un año después se descatalogó toda la moneda fraccionaria, de valor menor a una peseta, puesto que ya no eran utilizados en ninguna operación, aunque alguna monedas desaparecieron como son los céntimos de peseta, convirtiéndose la peseta en la moneda básica y sin céntimos a partir de 1983.

La última emisión de peseta que guarda las dimensiones tradicionales circula entre 1982-1989, pues a partir de esa fecha, la moneda de peseta tendría otro diseño más nuevo y sobretodo sería recordada por su pequeño tamaño, la cual adquiriría el apodo popular de lentejas. Este tipo de moneda no tuvo demasiada aceptación debido a su escaso diámetro (14 mm) y la dificultad que entrañaba el cogerla, además que la moneda de peseta perdía cada vez más valor real.

Desde 1989, coincidiendo con los primeros actos de conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, aparecen series en oro y plata de diversas denominaciones de valor en pesetas, ecus y euros.

En 1990, y ante la confusa diversidad provocada por la acuñación de las 2, 5, 100 y 200 pesetas en metales y módulos discordantes con el resto de las series en circulación, confusión agravada por la permanencia de valores del período anterior, se adopta una solución drástica. La renovación formal del circulante se basa en el diseño, en el aumento del tamaño de las monedas en relación a su valor y en la alternancia de color del metal, permitiendo su distinción con mayor facilidad. Se impone una renovación tipológica en la que los motivos son diferentes cada año, excepto en las monedas de 1 y 500 pesetas. Se rompió así la tradición de que en el anverso estuviera la efigie del gobernante y en el reverso el escudo de España. Este se cambió por motivos alusivos a las comunidades autónomas y a manifestaciones artísticas y culturales. Desaparece el cobre y se fabrican exclusivamente en aluminio, una moneda de las más pequeñas del mundo, la peseta.

En 1995 se lanzó la moneda de 2000 pesetas, aunque con escasa circulación y reservada a coleccionistas. También hubo ediciones especiales de para conmemorar acontecimientos determinados, como el cuarto aniversario de la muerte de Felipe II, en 1998, o el Año Santo Compostelano de 1999.

En 1997 fueron retiradas todas las monedas de peseta del régimen franquista y las destinadas a promocionar el Mundial de fútbol. Las últimas pesetas siguieron en circulación hasta el 28 de febrero de 2002, con la entrada del euro, tras 133 años de vigencia.

Las pesetas se continuaron fabricando hasta mediados del año 2001, cuando la acuñación de la que fue la última moneda de cien pesetas, el 19 de junio de 2001, terminó con la emisión de pesetas, transformando las planchas y troqueles en piezas de museo.

Finalmente la peseta desapareció como moneda oficial con la llegada del Euro en el año 2002, como consecuencia de la participación de España en la Unión Monetaria Europea, en el que 12 países (Irlanda, Bélgica, Francia, España, Portugal, Alemania, Luxemburgo, Austria, Italia, Holanda, Grecia y Finlandia) introdujeron el euro para facilitar las transacciones monetarias. La sustitución de una moneda por la otra vino precedida por un periodo de transición de dos meses en el cual ambas circularon simultáneamente.





Anécdotas curiosas

Coloquialmente, la peseta ha recibido otros nombres, como pela, rubia, cala…, a menudo utilizados junto a cantidades grandes para indicar un precio excesivo.


La palabra peseta dio origen al término pesetero, utilizado para designar a alguien a quien le interesa el dinero por encima de todo. También a un ejército profesional de la Primera Guerra Carlista, los peseteros.

Una peseta estaba dividida en 100 céntimos. Las monedas fraccionarias de la peseta estuvieron en circulación hasta 1983, cuando los céntimos dejaron de tener sentido práctico debido a las sucesivas devaluaciones de la peseta.



La peseta también tenía múltiplos y submúltiplos utilizados coloquialmente. Una peseta se dividía en 4 reales, puesto que, al ser puesta en circulación, el valor de la peseta se fijó al de cuatro antiguos reales. Durante la época franquista, la moneda de 50 céntimos (los dos reales) de la serie de 1949 era fácilmente reconocible por su agujero en el centro.



Durante el periodo en el que fueron de curso legal, las monedas de 5 y 10 céntimos eran popularmente conocidas como perra chica y perra gorda, respectivamente. El motivo es el león que aparecía en las primeras emisiones de estas monedas, que el pueblo confundió con un perro. Este apodo de las monedas dio origen al refrán "para ti la perra gorda", utilizado para denotar avaricia en la persona a la que se le habla.

Un duro eran cinco pesetas. Este duro era el antiguo peso fuerte o peso duro de 20 reales de vellón.


Siendo así muy populares las monedas de 5 duros (25 pesetas) y las de 20 duros (100 pesetas).

martes, 14 de abril de 2009

La historia de los sellos y los famosos "sellos de colores" de Franco!

Pocas cosas hablan tanto de la historia política, social o económica de un país como un sello. Son realidades congeladas en un trozo de papel, símbolos del paso del tiempo, de su historia mediante figuras de personajes ilustres, monumentos, pinturas, flora, fauna, historia postal, lugares del mundo…

Hay sellos de colores, de tiradas limitadas, con erratas o fallos bienintencionados, los hay grandes y pequeños, algunos políticos y otros con escenas naturales… los hay de todo tipo, pero esos retales del tiempo son perseguidos y coleccionados por gente de todo el mundo!

Más que la cantidad, es la rareza de los ejemplares de la colección lo que le da valor a ésta. Algunos sellos, en particular aquellos con errores de impresión, raros pero conocidos, llegan a adquirir un valor comercial muy elevado y son difíciles de conseguir.

El proceso para la emisión de un sello postal es complejo. Por lo general la administración postal recibe cientos de sugerencias de particulares y de asociaciones. Una vez decididas las series a emitir se encargan a varios artistas a realización de los diseños, normalmente cuatro veces más grandes que el tamaño final. Una vez elegido el diseño se efectúan las modificaciones necesarias y se reduce fotográficamente al tamaño correcto.

Los primeros sellos, que ya venían en pliegos, se cortaban con tijeras, por lo que tenían los bordes rectos. Más adelante se añadió una serie de líneas con perforaciones, que permitían separarlos limpiamente, sin herramientas auxiliares y apareció el dentado...

Con el paso de los años esta afición llamada filatelia (afición por coleccionar y clasificar sellos, sobres y otros documentos postales) ha aumentado muchísimo y en parte gracias a Internet, que paradójicamente ha conseguido reducir el uso de estas estampitas por la proliferación del famoso e-mail, pero por otro lado ha conseguido aglutinar en una “tienda” global toda la información existente sobre este tipo de coleccionismo, multiplicando su mercado potencial.

Pero como en todas las facetas de la vida, siempre hay un campo abierto a la especulación y en muchas ocasiones se ha utilizado la filatelia como una forma de obtener rápidos beneficios o muy bien remunerados, aunque muchas veces con suerte dispar, debido a las falsificaciones o timos.

ROWLAND HILL Y EL INVENTO DE LOS SELLOS PREVIO PAGO (1795-1879)
Pero para aprender el verdadero sentido y amor por la filatelia, debemos remontarnos a la historia que envuelve la invención del primer sello, que si bien dicen que es una leyenda, parece muy factible que sucediera en realidad:
“Un sello postal" es un comprobante del pago previo de los envíos efectuados por correo en forma de etiqueta, generalmente engomada, o directamente impreso. El sello es un pequeño papel rectangular que se pega en un sobre y que indica que la persona que realiza el envío pagó el servicio.

Aunque a decir verdad, el envío siempre lo pagaba el destinatario en función de los kilómetros recorridos y no por su peso, hasta que Rowland Hill (1837) propuso que el envío lo pagara el remitente según una tarifa uniforme en función del peso y no por el kilometraje.

Según la leyenda, en el año 1835 el profesor inglés Rowland Hill, que viajaba por Escocia se aprestó a descansar en una posada. Mientras se calentaba en la chimenea vio cómo el cartero de la zona entraba en la casa y entregaba una carta a la posadera. Ella tomó la carta en sus manos, la examinó atentamente y la devolvió al cartero alegando:

Como somos bastante pobres no podemos pagar el importe de la carta, por lo que le ruego que la devuelva al remitente.

Al oír aquello, surgió en el corazón de Hill un impulso de generosidad y movido por ese impulso ofreció al cartero el importe de la misiva, pues no quería que por falta de dinero se quedara la buena mujer sin saber las noticias que le pudieran llegar en dicha carta. El cartero cobró la media corona que costaba, y entregó la carta a la posadera, saliendo a continuación para seguir su recorrido.

La posadera recogió la carta y la dejó sobre una mesa sin preocuparse en absoluto de su contenido. Luego se volvió al generoso huésped y le dijo con amabilidad: Señor, le agradezco de veras el detalle que ha tenido de pagar el importe de la carta. Soy pobre, pero no tanto como para no poder pagar el coste de la misma. Si no lo hice, fue porque dentro no hay nada escrito, sólo la dirección. Mi familia vive a mucha distancia y para saber que estamos bien nos escribimos cartas, pero teniendo cuidado de que cada línea de la dirección esté escrita por diferente mano. Si aparece la letra de todos, significa que todos están bien. Una vez examinada la dirección de la carta la devolvemos al cartero diciendo que no podemos pagarla y así tenemos noticias unos de otros sin que nos cueste un penique.

Hill escribiría un folleto titulado «Post Office Reform», proponiendo el franqueo previo de la correspondencia, es decir, que el pago lo hiciera el que enviaba la carta, ideando el uso de unas etiquetas engomadas que se pegarían al sobre como comprobante de este pago por adelantado.
PENNY BLACK (1840)
Así nace el primer sello postal del mundo: El famoso Penny Black de la Reina Victoria. Hill dibujó en él el perfil de la Reina Victoria, la palabra Postage en la parte superior y en la inferior One Penny (un penique). Omitió el nombre del país por entender que la efigie de la reina bastaba para identificarlo. El día 8 de mayo del mismo año se puso a la venta el dos peniques, en color azul. El nuevo sistema postal dio unos resultados asombrosos, tanto que se triplicó el número de cartas en una semana. Sólo el primer día de venta al público se vendieron 60.000 ejemplares de estos sellos. A la vista de todo ello Rowland Hill fue nombrado director de Correos del Reino Unido, dedicando el resto de su vida a realizar ampliaciones y mejoras en los servicios postales. El nuevo sistema encontró rápida aceptación en otros países y a los pocos años estaba ya generalizado internacionalmente.

La afición por coleccionar sellos de correos empezó poco después de la introducción de los sellos para el franqueo de la correspondencia. En 1840 el doctor John Edward Gray, oficial del Museo Británico, empezó a coleccionarlos inmediatamente después de su aparición, y en un número del periódico The Times de 1841 publicó un anuncio solicitándolos.
Después del "black penny" , el cantón suizo de Zúrich fue el segundo emisor de estampillas, el 21 de marzo de 1843 emitiendo los célebres 4 y 6 rappen y luego lo siguió Brasil, el 1 de julio de 1843 emitió una serie de sellos llamados "ojos de buey" por su parecido con los círculos metálicos de las ventanillas de los barcos así llamadas, y en valores de 30, 60 y 90 reis.
La Unión Postal Universal establece que en los sellos que circulen internacionalmente debe aparecer el nombre del país emisor en alfabeto latino. De esta obligación está exento el Reino Unido por ser el primer país emisor de sellos.

LA LLEGADA DE LOS SELLOS A ESPAÑA (1850-ACTUALIDAD)
España lo hizo el 1 de enero de 1850. El franqueo con sellos en España, se establece mediante un Real Decreto de Octubre de 1.849 y comienza el 1 de Enero de 1.850, siendo reina de España Isabel II. Los sellos llevan la efigie coronada de la Reina, similares a los emitidos en Gran Bretaña diez años antes. Estos sellos, en distintas emisiones circulan hasta el año 1.869. No obstante, para las cartas sencillas, el franqueo con sellos no era obligatorio, por lo que hasta 1.856 podemos encontrar cartas de las que llamamos prefilatélicas.
España, como todos los países del mundo diversificó la temática de estas estampitas, desde motivos de la naturaleza, a esculturas, la realeza… hasta que a mediados del siglo pasado se politizaron gracias al régimen impuesto por el General Franco y que impuso un tipo de sellos muy particulares y muy conocidos... los llamados “sellos de colores” con la efigie del Generalísimo, toda una innovación para su tiempo, pues tan sólo tuvieron que cambiar el color total del sello para imponer un valor diferente. Una idea útil en aquellos tiempos aunque muy escasa de recursos imaginativos.

Además de los sellos, la efigie de Franco, presidió hasta el advenimiento de la Monarquía todas las monedas de curso legal en España. Fue un recurso propagandístico del régimen militar de aquella época.
DICTADURA DE FRANCO (1939-1975) Y LOS SELLOS DE COLORES CON SU IMAGEN
Fueron los primeros sellos desde la Guerra Civil española y llama la atención que ningún personaje militar o político asociado a la sublevación de 1936 mereciera ser protagonista de un sello de Correos. En 1939 aparecen ya los primeros sellos de perfil de Franco, en color blanco y azul y con un valor de 4 Pesetas:

Y el siguiente año, en 1940, hubo más sellos del Generalísimo con la efigie de perfil y también en dos colores, aunque en esta caso con tres rayas rojas en forma de cruz! Este sello tenía un valor de 20+5 Céntimos:

El 28 de febrero de 1955 en papel mate o brillante, en la serie “General Franco”, impresos huecograbado, se comenzó a emitir una nueva serie básica con la efigie de Franco mirando de cara al espectador. El último sello de la serie salió a la venta veinte años después, en julio de 1975. El General Franco (1892-1975) aparece con una nueva imagen, vistiendo ropas civiles y sin estar acompañado de símbolos o lemas. Este sello fue conocido popularmente como el “Franco Rojo” y más tarde fue retirado de la circulación. Esta imagen fue la propulsora de una larga serie de sellos en diferentes colores, años e importes que se hizo tan conocida, que hoy son una auténtica pieza de colección. El precio actual del sello es de 26 euros:

Sellos de España año 1955


General Franco 1892,1975 básica.

10 céntimos 14 de febrero.Ref. Edifil 1143


General Franco 1892,1975 básica.

15 céntimos 15 de marzo. Ref. Edifil 1144


General Franco 1892,1975 básica.

20 céntimos 3 de mayo. Ref. Edifil 1145


General Franco 1892,1975 básica.
25 céntimos 28 de febrero. Ref. Edifil 1146


General Franco 1892,1975 básica.

30 céntimos 14 de febrero. Ref. Edifil 1147


General Franco 1892,1975 básica.

40 céntimos 3 de mayo. Ref. Edifil 1148


General Franco 1892,1975 básica.

50 céntimos 28 de febrero. Ref. Edifil 1149


General Franco 1892,1975 básica.

60 céntimos 15 de marzo. Ref. Edifil 1150


General Franco 1892,1975 básica.

70 céntimos 15 de marzo. Ref. Edifil 1151


General Franco 1892,1975 básica.

80 céntimos 14 de febrero. Ref. Edifil 1152


General Franco 1892,1975 básica.

1 pesetas 28 de febrero. Ref. Edifil 1153


General Franco 1892,1975 básica.

2 pesetas 28 de febrero. Ref. Edifil 1157

General Franco 1892,1975 básica.

3 pesetas 14 de febrero. Ref. Edifil 1159

General Franco 1892,1975 básica.

5 pesetas 15 de marzo. Ref. Edifil 1160


General Franco 1892,1975 básica.

6 pesetas 3 de mayo. Ref. Edifil 1161

General Franco 1892,1975 básica.

10 pesetas 3 de mayo. Ref. Edifil 1163


Sellos de España 1956

General Franco 1892,1975 básica.

1,40 pesetas 24 de abril. Ref. Edifil 1154

General Franco 1892,1975 básica.

1,50 pesetas 24 de abril. Ref. Edifil 1155

General Franco 1892,1975 básica.

1,80 pesetas 24 de abril. Ref. Edifil 115

General Franco 1892,1975 básica.

2 pesetas de abril. Ref. Edifil 1158

General Franco 1892,1975 básica.

8 pesetas 24 de abril. Ref. Edifil 1162
Sellos de España año 1975

General Franco.

4 pesetas 15 de julio. Ref. Edifil 2225

General Franco.

7 pesetas 15 de julio. Ref. Edifil 2226

General Franco.

12 pesetas 15 de julio. Ref. Edifil 2227

General Franco.

20 pesetas 15 de julio. Ref. Edifil 2228

Estos fueron los últimos famosos “sellos de colores de Franco”, toda una auténtica huella de la historia, todavía reciente, de España.

MONARQUÍA (1975-ACTUALIDAD)

A partir de su muerte, se fabricaron en España modelos de sellos con motivos mucho más modernos, de la Monarquía, de los Juegos Olímpicos, las comunidades autónomas… pero quizá, las generaciones posteriores de estampitas nacionales, no han conseguido crear tanta polémica ni tanto valor, como éstos. Son sellos que han marcado un cambio en nuestro país, son un pequeño diario de la realidad ya pasada.

Creemos por tanto, que a pesar de la implantación de las nuevas tecnologías con la posibilidad de enviar emails, mensajería instantánea, videoconferencia y el uso creciente de dispositivos móviles, el uso de sellos seguirá creciendo gracias, precisamente, al aumento de envíos a nivel global debido a las nuevas tecnologías.